Madres locas.

¿Madres locas?… ¡Madres rotas!… ¡Alas rotas!

Dicen que sueño, que no te tuve entre mis brazos cuando te despertabas sobresaltada; que nunca te canté muy quedo a la orilla de tu cama; que jamás te limpie las manitas manchadas de tanto jugar.

Dicen que no exististe.

Que estoy loca, síííí, pero loca de dolor por no tenerte. Por vivir, si a esto se le puede llamar así, sin saber de ti ni de tu niño que aún estaba creciendo dentro de ti cuando te desaparecieron.

Cuando veo a los pequeños entrar en la escuela siento que alguno podría ser mi niño desconocido. A ese que le negaron los abrazos de su madre, los míos y acaso la vida.

Sííí, madre con el corazón roto que he ido recomponiendo con trocitos de tu recuerdo para poder seguir aquí, defendiéndote y pidiendo justicia. 

En ocasiones los he mirado a la cara y se me quiebra el alma. ¿Nunca fueron hijos? ¿Nunca fueron padres? ¿En qué momento se les congeló el corazón y se les pudrió la conciencia?

 Muchas como yo perdieron un día parte de su razón de ser y al vernos, nos cogemos de la mano y nos cubrimos las cabezas de blanco, inocencia con los pañales de los no nacidos, queriendo ser las conciencias que fueron a parar a la nada.

En la plaza, me pongo el abrigo por si tienes frío allá donde estás. Llevo algo de comida por si tienes hambre y aprieto en la mano con todas mis fuerzas la medallita que te regalé un día de tu cumpleaños, como conjurando a todas las fuerzas de la vida para que te traigan de vuelta.

Tu padre y tu hermano no te nombran, queriendo de este modo evadir la tristeza y cerrar una puerta que no tiene puerta. Pero yo sé que tu padre llora a veces en la noche cuando las sombras lo acompañan. Ese triste silencio es mi única compañía. Ya no lloro; se me secó el torrente de tanto derramar su agua inútil.

Tu hermano guarda celosamente tus libros en su habitación y llena sus hojas con flores. Lo descubrí un día que entré sin avisar en su cuarto y escondió bajo sus cuadernos unas hojas secas y uno de tus libros tan queridos. Cuando vuelvo de la plaza me mira con tristeza, me dice que hay que seguir viviendo (bendita juventud), que quizás sea verdad que estoy perdiendo la razón.

Los hilos de la maternidad se tejen aquí y allá, atravesando los mares. Mi corazón, quiero que sepas, madre argentina, se desgarra contigo. Aunque lejos, me siento contigo en la plaza y siento tu pena eterna por no poder depositar tus amores póstumos en ningún lugar. También quiero que sepas que donde mejor se acuna a un hijo y a un nieto es en el corazón. Allí los tienes y nadie te los arrebatará.

“Tango de las madres locas”, preciosa y desgarradora canción  de Carlos Cano, cantante que me conmueve por su voz tierna y profunda. Se me abre el alma con esta canción y hace que me duela el corazón. Os dejo un link de la canción para que la escuchéis. ¡Emociona!

https://www.youtube.com/watch?v=zwtq28Fq6FI

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