Mini entrevista a Ramón Saldías (director de cine)

Mi admirado Ramón Saldías es, de verdad, la primera persona a la que yo le llevé un currículum en mi vida. En aquellos días del milnovecientosytantos yo era un alumno recién titulado en Audiovisuales y Ramón era la referencia de todos nosotros, porque hacía una cosa que nosotros soñábamos hacer algún día: películas de verdad. Si, sí, nada de vídeo, aquellas de bobina de negativo que luego había que llevar al laboratorio, sincronizar sonidos, etc. Las nuevas generaciones que no han trabajado ese sistema no saben lo costoso que era (económica y emocionalmente). Pero las hacíamos poniendo todo, hasta lo imposible, por cumplir nuestras ilusiones.

―Lo primero, he de agradecerte, una vez más, que me dieras la oportunidad de aprender. Ser Ayudante de Dirección de «Copy Art», el corto que tú producías, me convirtió en un profesional sacando ese costoso proyecto adelante. Rodando con tus cámaras de cine, todos dimos lo mejor que pudimos. A toro pasado, qué fácil es hablar, ¿si se hubiera rodado con cámara de vídeo hubiera sido el mismo corto?

―Pues no, lo hicimos en 35 milímetros y, aparte, estábamos rodando en ventanilla 1.85, que es el sistema Panavisión. Yo alquilé unas ventanillas especiales para las cámaras y se rodó en 35 milímetros. Tuviste la suerte de trabajar en él, que algo es algo. Y bueno, pues fue un experimento para ti y algo representó para mucha gente.

―No es fácil ser catalogado como un director de cine maldito. Pero a mí se me antoja un título que hay que ganarse con mucho esfuerzo. Hoy hablamos de Ramón Saldías como un director de culto cuyas películas se ven en medio mundo. ¿Cómo calificarías tu obra, en general?

―Bueno, en casi más de medio mundo, sobre todo «Kárate contra mafia». Pero lo de maldito es que, Televisión Española en el 92 hizo un ciclo que se llamó “Malditos”. Y ahí pusieron «El camino dorado». De ahí mi nombre es fijo, o sea, como “maldito” oficial. Y luego, claro, «Kárate contra mafia», que es una película de culto que se ha movido y que es apreciada. Por lo menos, la gente se divierte mucho con ella en más de medio mundo.

― «Karate contra mafia», como bien dices, es un hito del cine en Canarias. Yo no me canso de verla. Era la primera película de kárate que se hacía en Europa. ¿Qué tiene esa película para tener tantos seguidores hoy en día?

―Pues tiene que, dentro de que es malísima cinematográficamente hablando, tiene muchos detalles buenos, porque es kárate de verdad. Las demás películas no son kárate, sino movimientos estudiados que los actores hacen. Pero la película se vendió mucho, en muchos sitios. En vídeo, preferían coger «Karate» que otra película.

Por ejemplo, normalmente llevan una lista con películas muy buenas para que la gente la coja y coja a otras que no son buenas. Entonces ellos decían: “no, no, no, quédate con «El submarino» —por ejemplo, que la llevaban como gancho— …a mí dame «Kárate»”.

O sea, «Karate» era una forma de empezar lo que está pasando ahora en Canarias, demostrar a los políticos canarios que Canarias servía como plató. Para todo. Lo que hoy en día se está haciendo, en aquel entonces no tenía cabida en sus mentes. No había sitio para poder avisar a los políticos de entonces.

―En aquel momento fue un giro a tu carrera. Tú ya venías de trabajar de director de fotografía con cineastas como Jesús Franco y decides rodas tu propia película, “El camino dorado”, participando en el Festival de San Sebastián. Restaurada en la actualidad, ¿qué le aportó esta película a los proyectos que tenías en ese momento?

―Pues bueno, la película no aportó, lo que demostró es que podía hacer muchas cosas y que podía hacer cine. Cine de verdad. Y la película ahí está y resulta que, comparando las películas que se hacían entonces, es mucho mejor que muchas películas de directores conocidos de nombre. No sé si, ahora, tú has visto la restauración que ha quedado preciosa, que ha quedaro como las primeras copias sanas. Y si la comparas con el aspecto de otras películas de la época, comprenderás que con los medios que la hice y, como quién dice, la hice yo solo, la película está impecable, se puede decir.

―Una cosa que me encantaba, por aquél entonces en que yo solicité trabajar a tus órdenes, fue que realizabas anuncios de publicidad para televisión. Quién no recuerda aquellos de “Pepe ha llegado a la ciudad y no hay nadie”. Casi treinta años después, los seguimos recordando. Corrígeme si me equivoco: ¿ganabas dinero con la publicidad y luego la invertías en producir cortometrajes para otros directores?

―Pepe se hizo famoso, porque hasta la gente se disfrazaba en los carnavales de Pepe “el de Ikea”, que le llamaban. Pues hicimos muchas publicidades. La primera fue una que era en el Obelisco y Tomás Morales vacío. Y la hicimos por la mañana. No teníamos ni que poner gente para cortar las calles, porque no había nadie de verdad. Como esas, se hicieron un montón de ellas en todos los sitios, en un estadio, en Londres, en todos los sitios.

Y el dinero que ganaba en la publicidad, yo siempre, lo invertía en hacer cortometrajes. Por ejemplo, “Panchito el de la Atalaya” se hizo en 35 milímetros con una señora también de Gáldar, de alfarería, Juan Ismael, etc. Hay una que se titula “La caja” que está rodada en blanco y negro con Damián Santana como director de Fotografía. O sea, yo he propuesto ayudar a la gente a que haga cine, con mi dinero. Y esa película es el primer corto de ficción que se ha hecho en Gran Canaria.

―Hace poco pude asistir a la proyección de la película “Aparceros” de Jesús Almendros, del que fuiste director de fotografía. Quedé impactado por lo importante que son esos documentos para reflejar la historia de nuestras generaciones pasadas. ¿Erais conscientes, en aquella época, del poder de las imágenes que estabais grabando?

―Pues, verdaderamente no lo sabíamos. Nosotros éramos gente de izquierdas, nos hablábamos en Sansofé, nos hablaban de los aparceros; fuimos, contactamos, nos dieron carta blanca para rodar y rodamos aquello. La película dura casi 23 minutos y ahora nos hemos dado cuenta, y la gente se ha dado cuenta del impacto que tiene ese documental. Tú no estuviste, pero hubo un pase en Vecindario; en el debate posterior a la proyección, la gente cogió el micrófono y lloró.

―El Cabildo de Gran Canaria acaba de editar un libro-catálogo con el listado de todas tus producciones. Envidiable. Te felicito. El día de la presentación pudimos escuchar de tu voz y de la de nuestro amigo Pepe Dámaso. ¿Cómo se gestó la película del artista “La umbría”, que grabaste tú mismo, ¿cómo surgió el proyecto?

―Esa película está rodada en 16 milímetros, en color. Y es una verdadera obra de arte. Yo me volqué en ella, no sé, por el guion, más que nada por la magia que rodeaba la casa y todo. Al final, salió una película con la fotografía muy bonita. Más que bonita, artística.

O sea, que tiene su gancho.

―Acabando esta mini entrevista, después de más de 30 años viviendo y haciendo cine en Canarias y, ahora, viviendo en San Sebastián ¿qué sueño cinematográfico te hubiera gustado cumplir?

―Bueno, tengo muchos guiones… de “Las brujas de Teguise”; otra película que se titula “Aljayo”, “Las inquietudes del hall”, cuyo guion hicimos Eugenio Padorno y yo sobre una obra de Alonso Quesada; otra con Emilio González Déniz sobre aparceros, ”Los bailes de San Pascual”… o sea, hay muchas cosas que se han quedado en el cajón que tengo por aquí, porque he seguido escribiendo. He escrito narraciones cortas que no iban a ningún sitio. Así que, si tienes algún editor, te envío una que tengo, por ejemplo, “Un hombre borracho, putero y jugador”.

―Pues, se me quedan mil preguntas más que hacerte. Hablar de tu vida da para horas. Simplemente me despido dándote las gracias por todo lo que has hecho por mí y que sepas, porque lo digo públicamente, que parte de lo que soy te lo debo, por tu apoyo y por haberme puesto un listón que intenta

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