El bosque de laurisilva, una selva de nieblas

Desde mi balcón, observo a una señora que viene del mercado del Agricultor. De su bolsa sobresalen unas ramas de laurel que me transportan a los bosques de laurisilva que conocí durante mis paseos por el Cubo de la Galga en la isla de La Palma, el Garajonay en La Gomera y por Anaga en Tenerife.
Entrar en un bosque de laurisilva es penetrar en una selva de nieblas. Bosques que surgieron hace millones de años y deben su existencia al microclima creado por los vientos alisios, que los mantienen húmedos. Un fenómeno que podemos encontrar no solo en las islas Canarias, sino en Madeira y en las Azores, también.
Cuando entré en la laurisilva por primera vez, mis ciegos ojos solo vieron la belleza de esta selva misteriosa, poblada de laureles y helechos, de ramas retorcidas recubiertas de musgo y líquenes, de troncos centenarios. Pero, la amiga que me acompañaba me hizo ver las señales de un ecosistema enfermo: las hojas colgando hacia abajo, los árboles muertos y el exceso de luz que penetraba por sus copas.
La laurisilva canaria, una de las últimas reliquias del bosque subtropical que cubría Europa hace millones de años, está sufriendo un alarmante retroceso que puede llevarla al colapso, debido, principalmente, a dos motivos: el cambio climático y la acción del ser humano.
El primero, el cambio climático, depende de las acciones que tomen nuestros políticos, sean del partido que sean. Su responsabilidad pasa por legislar con presupuestos efectivos y con medidas eficaces de conservación para preservar estos bosques y la supervivencia de nuestros descendientes.
El segundo motivo, la acción del ser humano, depende exclusivamente de nosotros, residentes y turistas. El abandono de colillas, pañuelos de papel, latas, botellas de plástico, … envenenan el medio ambiente. Incluso el orín de nuestros perros asusta a las aves que intentan nidificar por la zona, ahuyentándolas. De ahí la importancia de llevarlos atados y no sueltos, como ya está regulado en algunos parques naturales del sur de Francia, Cataluña y Baleares.
En tu mano está la solución, ya sea mediante tu voto o por tu acción diaria para ayudar a que nuestros hijos e hijas puedan seguir disfrutando de la naturaleza milenaria de las selvas de nieblas que son los bosques de laurisilva.

Si les gustó este artículo, aquí encontrarán mi artículo del mes pasado: 20-N y desmemoria. Gracias por leerlo.

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