Percepción de la moralidad

Es inevitable en ocasiones irnos a ese pensamiento moralista y educado de comparación con los demás que tantas veces nos daña... Muchas de las veces, al pensar en ello, nos damos cuenta de que el amor al otro está sujeto a una serie de exigencias morales que a veces son difíciles de recorrer y también muy difíciles de superar... 

En ocasiones, mientras transitamos todos esos pensamientos de recelo, de duda, se activa en nosotros de manera intensa las ganas de excluirnos o excluirlos de nuestras vidas, por ese juicio sutil y a la vez lleno de matices profundos, penetrantes, agudos e incluso por momentos insufribles... Es complicado aceptar, cuando desde nuestra visión del mundo percibimos el desorden de sus experiencias, o sus elecciones incoherentes con quienes han sido y ahora a lo mejor también son... Es el camino que han andado y aún andan, y siendo conscientes por nuestra parte de que debían vivirlo para el encuentro con ellos mismos, es arduo y exige mucho "esfuerzo", comprensión, entendimiento, discernimiento, condescendencia, tolerancia, bondad, ... 

Es una cerrazón, nuestra actitud nos mantiene excesivamente firmes en nuestros pensamientos morales, nos resulta inverosímil saber que sí fueron así, que sí eran esas personas, por más inconcebible, o increíble, o rocambolesco que nos pudiera parecer, el caso es que nos obstina. Esa es la verdad, aunque nos pueda resultar penoso, complicado, enrevesado, ... pero en ocasiones así es la verdad, la teoría es otra cosa...

Muchos sabemos nadar, no obstante muchos sabemos desde fuera del agua, y es en el agua cuando nos hacemos conscientes de si sabemos nadar o no... De repente, sin previo aviso, con mucha algarabía, hay mucho movimiento en la relación, justo cuando nos encontrábamos en un momento de armonía y además exaltados por el entusiasmo y el apasionamiento de sentirnos en la magnitud de unión con el otro, la gran viveza de sentirnos mágicos, ¡EL UNO PARA EL OTRO!, y ocurre sin más, nos enteramos de algo sobre la persona con la que compartimos vida. Al principio, queremos que no sea verdad, que sea de esas visiones como en los sueños, pero, poco a poco, nos damos cuenta de que eso no es posible y tenemos que afrontar algo que nos duele muchísimo... Todo por momentos se desvanece, la estabilidad con la que vivíamos se acaba de esfumar, así sin más, observar el efecto que tienen las decisiones tomadas por el otro, en un determinado momento de su vida, sus negaciones así mismo, sus resistencias a su veracidad, sus mentiras defendidas a ultranza, ... Incluso el cómo algunas de sus grandes verdades en la vida son sus propias falacias, que además han alimentado y, que en ocasiones aún alimentan, el sentido de su vida... ciertamente. ¡Es muy duro, complicado y laborioso! No es plato de buen gusto y tenemos que hacer uso de nuestra templanza y del vigor del amor que hay en nuestro interior.

A veces, mientras transitamos ese proceso, el suelo que pisamos se tambalea, hay falta de confianza y ha aparecido de manera sorpresiva, inesperadamente, sin tiempo a prepararnos, exponiendo una verdad vivida que no encaja con nuestra percepción moral y todo queda por momentos suspendido en el aire, nos notamos advertidos e interrumpidos, en suspense, apreciamos cómo la inseguridad cobra todo el protagonismo del momento... Esa vulnerabilidad activa nuestra defensa y nos protegemos ante el posible dolor de habernos entregado tanto y quizás habernos equivocado... Empieza la frustración a hacer su aparición persistentemente, nuestra proyección de cómo lo habíamos imaginado cae, se viene abajo, y por momentos empezamos a peligrar, titubeamos, oscilamos y vacilamos por falta de consistencia o equilibrio, no contábamos en nuestra simulación pensada con esa verdad... Nos sentimos contrariados, desengañados y decepcionados, ... La impotencia invita a la frustración, arremetiendo con mucha intensidad para justificar la gran pesadumbre que nos produce esa visión, la de compartir la vida sin certidumbre con alguien que creíamos que conocíamos, que era de una manera determinada, y se nos desmoronó su imagen... Todo se convierte en una inesperada sospecha, es el resultado adverso a lo que esperábamos, lo sentimos como un fiasco por no saber de quién nos hemos enamorado... ¡Es miedo y es natural que lo sintamos!... 

A veces es muy difícil, pero ya somos conocedores de que la vida es proceso, y el proceso es tal y como es, nuestra confianza debe ir más allá, debemos dejar las razones que alimentan nuestro miedo y confiar en nosotros mismos, en nuestra elección, quizás estamos reprogramando y ordenando la moralidad y sus razones, gracias a la duda y el desasosiego, la imperfección por fin se atreve a pedirle matrimonio a la perfección... A lo mejor eso que percibimos y sentimos del otro, es verdad; sin embargo, a veces ni ellos mismos son conscientes, o no se han dado cuenta, o no lo han percibido de ellos mismos... 

Si somos proceso, también ellos están en su proceso de encuentro y el hecho de poder "equivocarnos" por creer en ellos, no es sinónimo de fracaso... sino muy al contrario, de entrega y compasión, es FE en nosotros, en nuestros pasos, es acompañarnos mientras nos ORDENAMOS a través de la coherencia del discernimiento que nos permite nuestro encuentro. Estamos viviendo el proceso de CONFIANZA en nosotros mismos, de la entrega, la valentía y el coraje que define la FE en nosotros y en nuestra humanidad, evidentemente con el ORDEN de lo que sentimos... ¡Siempre vamos a salir victoriosos!, no hay fiasco posible, ni burla de la misma vida... Es amor propio lo que experimentamos a través del prójimo, que nos permite vernos y armonizar las acciones que definen nuestro amor.

Las personas merecemos la pena, vivamos lo que vivamos para encontrarnos. Por supuesto que no soy iluso, ni vendedor fantasioso de una idea del amor, ni inocente y tampoco ingenuo... Amar también es decir NO... Lo que sí que yo soy es un "soñador" sensato y realista, acertado y cabal por saber y sentirlo en mí, que bien merezco la pena, aun habiendo experimentado en ocasiones mi oscuridad... ELLA ME ENSEÑÓ MI LUZ, por eso tiendo mi mano a los demás. A mí me aportan siempre e incluso para crear juntos, si así lo eligiéramos... porque cuando el miedo se ordena, el amor manifiesta su riqueza y resplandecemos nuestra brillantez. ¡El que esté sin pecado, que tire la piedra! Amar es respetar el proceso de encuentro del otro, dejemos de culpabilizarnos entre nosotros y mimémonos minuciosamente, hagámoslo con ternura y afecto mientras aprendemos y recordamos que dejar ser a los demás es posible cuando nos permitimos SER nosotros. El AMOR INCONDICIONAL hace su aparición con suavidad y firmeza, para que cuando hayamos vivido el proceso, sintamos que estaremos para el otro porque AMAMOS, porque nos AMAMOS y darle continuidad y perdurabilidad

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