Un principito en mi adolescencia

Hoy, en Memorias con historia, he querido recordar EL PRINCIPITO, un libro que llegó a mis manos en mi catorce cumpleaños. En ese momento no me podía imaginar que aquel pequeño ejemplar, de tapa dura y hermosa portada, me iba a marcar con cada una de sus pequeñas frases, tan profundas de contenido que aún hoy, sigo recordándolas y poniéndolas en práctica en muchos momentos de mi vida.

Para muchos, es un relato dirigido al público más infantil, pero por la forma en la que está escrito, es en realidad una crítica a la adultez en la que se tratan temas profundos como el sentido de la vida, la soledad, la amistad, el amor y la pérdida.

Para quien no haya tenido el placer de leerlo, cosa que recomiendo muy a menudo, y sobre todo ojearlo, ya que viene enriquecido por ilustraciones realizadas por el mismo autor, Antoine de Saint Exupéri, les contaré a través de mis palabras este cuento, no tan cuento…

Imaginen un aviador de los años 40 que sufre un accidente y cae en el desierto del Sahara. Allí, en mitad de la nada se encuentra con un niño al que él mismo le pone el sobrenombre de Principito. Pero ese niño viene del espacio, y su casa, un pequeño asteroide, es bautizado por el aviador como el B-612.

Es a partir de ese momento cuando el pequeño le cuenta al piloto cómo es su vida en su pequeño planeta, las tesituras que tiene que sufrir con una rosa y unos baobabs cuyas raíces amenazan con destruir su mundo; pero en especial se recrea en narrarle sus anteriores seis viajes a otros planetas y los personajes que ha conocido, particulares y extravagantes.

Juntos comparten ocho días en el desierto en busca de agua para poder sobrevivir, pero no faltan historias que contar, como la conversación que el pequeño mantuvo con una serpiente amarilla, o cómo conoció al zorro que quería ser domesticado y con el que descubre la palabra amistad, e incluso a un guardagujas que le explicó que la gente viajaba de un lugar a otro subida en objetos llamados trenes.

Al final del camino, el pozo aparece y ambos sacian su sed, allí el niño le dice al tripulante que ya lleva un año en la tierra y necesita regresar a su casa. Después de una larga y profunda conversación el chico se aleja y le solicita que lo deje partir solo. En la distancia el principito es mordido por la serpiente y cae sobre la ardiente arena. El experto aeronauta nunca más lo volvió a ver, y como bien le pidió su rubio amigo, “solo tienes que mirar a las estrellas y recordar mi encantadora risa, y así parecerá que todas las estrellas ríen conmigo”.

La novela El Principito (en francés: Le Petit Prince), fue publicada el 6 de abril de 1943 y es el relato corto más conocido del escritor y aviador francés Antoine de Saint-Exupéry. Lo escribió mientras se hospedaba en un hotel en Nueva York y fue publicado por primera vez en los Estados Unidos. Ha sido traducido a ciento ochenta lenguas y dialectos, convirtiéndose en una de las obras más reconocidas de la literatura universal.

Dado que Saint-Exupéry murió antes de que pudiera ver el fruto de su obra, no pudo dar a conocer en qué se inspiró para crear la obra; no obstante, algunos investigadores y críticos sugieren que está basado en episodios de su propia vida.

Un dato a destacar muy importante, que puede haber dado pie a la creación del personaje del aviador como autobiográfico, es lo que sucede el 30 de diciembre de 1935, cuando Saint-Exupéry, junto con su copiloto André Prévot, se estrellaron en el desierto del Sahara. A pesar de que sobrevivieron al accidente, tuvieron que enfrentarse a una rápida deshidratación debido al intenso calor del desierto.  Ambos comenzaron a ver espejismos y alucinaciones. Para su suerte, a los pocos días un beduino los encontró y les administró un tratamiento nativo de rehidratación que les salvó la vida.

Con respecto a la figura del principito, su aspecto inocente, infantil y con pelo rubio se pudo haber inspirado en sí mismo, ya que en su infancia sus amigos y familiares lo llamaban “Le Roi-Soleil”, debido a su rizado cabello dorado.

Lo que sí está claro, y así se recoge en su biografía, es que nuestro autor, después de ver publicada su obra, parte de nuevo al frente como aviador en las Fuerzas Francesas Libres. Siempre llevó consigo un ejemplar de esta obra, que leía a otros compañeros de lucha. En agosto de 1944, desapareció en acción, solo tres semanas antes de la Liberación de París.

No quiero cerrar el artículo sin dar las gracias a Antoine, por permitirme haber viajado a un mundo en el que “cuando uno está verdaderamente triste, son agradables las puestas de sol…”

- Espera, espera. - me pidió El Principito antes de terminar de escribir esta crónica.

Y dulcemente, mirándome a los ojos me dijo: “Es triste olvidar a un amigo. No todos han tenido un amigo” …

Paletas y pinceles

LETRAS CANARIAS

Caricaturas, papel y tinta - NÉSTOR DÁMASO DEL PINO

Desde mi balcón - JOSE LUIS REGOJO

Gotitas de agua - JOSÉ ACOSTA

Viajando por los versos - ROSA GALDONA

Bailes tradicionales canarios - LUISA CHICO

Artdeser - ESTEBAN RODRÍGUEZ

El pejeverde - Raquel Reyes

La magia del teatro - INA MOLINA

FRASES Y REFLEXIONES PARA AYER, HOY Y MAÑANA - ALBERTINE DE ORLEANS

Epistolar - INMA FLORES

Nopasaeltiempo - CARMELO G. GLEZ. ZERPA

Retratos de nuestros paisanos - JOSÉ LANTIGUA

Tradiciones - ISABEL GONZÁLEZ

El nido de la graja - EVA CASTILLO

Sección infantil: Arcoiris de cuentos - TANIA RAMOS

Mi cuaderno de danzas - ISA HERNÁNDEZ

Hablando de amigos… - LUIS ALBERTO SERRANO

La memoria intacta - MARÍA DE LA LUZ

Contando canciones - MATALE AROZENA

El legado de los abuelos - TOÑI ALONSO

Las retahilas de Candi - CÁNDIDA MEDINA

Amar el amor - LANGE AGUIAR

Memorias con historia - GLORIA LÓPEZ

Miscelánea tradicional - MOISÉS RODRÍGUEZ

Palabras del alma - BALBINA RIVERO

Amanece, que no es poco - ANGIE HERNÁNDEZ

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