Tycho y la ceiba (segunda parte)

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...continuación

Juntos los amigos volaron a donde la Ceiba Vieja. Una vez frente a ella, Guacaica y Pitirre dejaron solo a Tycho para que hiciera su petición. Recordaba que su madre le había dicho que no se podía pisar su sombra sin pedir permiso.

—Con tu permiso, madre Ceiba, al tiempo que rompió a llorar.

La Ceiba llena de la sabiduría del tiempo y del monte le habló:

—No tengas pena, el llanto es la frase hecha que nace desde lo más profundo del corazón, es el sentimiento que no se esconde para demostrar cariño, es aquel pedazo de uno que no le teme a las fronteras y desafía al peligro. Así que dime, en qué puedo ayudarte, ya que no te ha sido nada fácil localizarme, algo muy importante te debe traer.

Tycho le explico todo. Y le pidió ayuda.

—¡Ummmm...! Es un sentimiento muy bonito el que te trae a mí hoy. No todos llegan a mí en busca de una petición tan noble. Algunos me arrebatan mis frutos. Usan mi tronco con malas ideas sin ni siquiera pedirme permiso… Por todo eso, hoy hago oído de tu súplica. Da tres vueltas alrededor de mi tronco. Y regresa por donde mismo viniste. Al llegar, la encontrarás más bella que nunca, pero... no olvides: Ella es una flor y tú, un pato... Estás deslumbrado por su belleza, pero no es amor lo que sientes por ella. Estás confundido. Tienes que saber diferenciar cuando se admira una belleza y cuando se ama. Debes jurarme que, de ahora en adelante, solo le profesarás amistad y la cuidarás siempre. Es lo único que te pido a cambio.

Cerca de La Ceiba, lo esperaban sus amigos impacientes. Cuando Tycho, algo aturdido, llegó junto a ellos, les relató lo sucedido en su encuentro con la Ceiba. Luego les preguntó:

—¿Qué haré ahora, amigos? ¿Quién me podrá ayudar a cuidar a la Hortensia? Pronto llegará el otoño.

Entonces, intervino Venado:

—Lo tienes fácil, amigo. Busquemos a Guacho. Él puede llevársela a su casa. Tiene un jardín grandísimo. Seguro que la cuidará muy bien.

—¡Cierto! ¿Cómo no se me había ocurrido? Pues ya está. Que así sea. Sin perder tiempo le decía a Venado:

—¡Por favor! Corre tan rápido como te lo permitan tus patas hasta donde Nenúfar en la Laguna y dile que estoy bien y que llegaré antes del anochecer.

—Eres muy buen amigo Tycho. Siempre recordando a Nenúfar y aliviando sus preocupaciones.

Se despedía de los allí presentes mucho más tranquilo, agradeciéndole a todos su apoyo y ayuda, al tiempo que se preguntaba cómo sería su vida sin ellos.

Después de mucho andar por esos montes, llegaba frente a la ventana donde estaba la Hortensia. Allí, irradiando sus colores, robándole al sol toda su luz, erguida, estaba la flor más bella que siempre él había admirado. Tycho no creía lo que estaba sucediendo. Hortensia había revivido.

—Tycho, Tycho, ¡sucedió algo increíble! De repente, unas nubes grises cubrieron el cielo y una llovizna empezó a caer.

—Ya veo, ya veo —decía Tycho que no salía de su asombro—. Estás bella, resplandeciente. Han vuelto tus colores. Pero por tu bien no puedes seguir solita aquí. Tendrás que estar en un lugar seguro donde te cuiden y no te vuelvan a abandonar.

—Es verdad, pero ¿a dónde podré ir? —respondía triste.

—Ya me encargo yo. Vendré pronto a buscarte. ¡Por tu bien, por tu bien! —le repetía con mucho cariño—. No puedes seguir aquí. Ahora debo irme.

Agradeció a Greta haber cuidado a su flor preferida. Sin demorarse, Tycho voló a la casa de Guacho. Por suerte lo encontró allí. 

—¡Guacho, Guacho necesito de tu ayuda, urgente!

—¿Qué te sucede, Tycho? —respondíó Guacho intrigado. 

En un pis pas Tycho le contaba todo lo que le había sucedido.

—¡Uffffffff...! No me lo pones fácil, sin embargo, te ayudaré. Para eso estamos los amigos. Pero antes debo pedirle permiso a mi abuelo Ñico.

Como todos sabemos, Ñico es muy resabioso, pero para sorpresa de todos consintió en tener a Hortensia en su jardín, aunque antes preguntó:

—¿Y si regresan los dueños? ¿Y si nos acusan de habernos robado a su planta?

—¡Abuelo, por favorrrrrr, no empieces! Sí, eso sucede, pues la regresamos de inmediato. Les explicamos cómo la encontramos y que la salvamos de que muriera y punto.

—Está bien. ¡Tienes unas mañas…! Siempre me convences —asintió Ñico.

Y así fue como desde ese día Hortensia vivió en casa de Guacho muy cuidada y llena de mimos.

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Ilustración de Ivanesky

GLOSARIO:

•Azucena: planta de hojas alargadas o lanceoladas, que posee hermosas flores con forma de trompeta.

Campanilla de los arroyos: pequeña rana de Cuba, de color gris claro y pardo oscuro por encima, que frecuenta los lugares que se hallan asociados con un curso o depósito de agua.

Ceiba: árbol grande, cuyo tronco generalmente tiene espinas, al menos cuando es joven. En Cuba y otros países americanos fue considerado un árbol sagrado entre las diferentes culturas prehispánicas. 

Colobura: especie de mariposa cubana catalogada como rara. 

Greta: comúnmente llamada mariposa de cristal o espejitos, pues sus alas son transparentes.

Guacaica: pequeña ave, también llamada arriero, cuco lagartero cubano o tacó. Es de color pardo y grisáceo, con ojos grandes y rojizos y larga cola.

•Guacho: 1. Niño pequeño, chiquillo. 2. Huérfano.  3. Además, en Cuba se llama así a los campesinos.

Güije: duende característico de la cultura cubana; se representa como un negrito con ojos saltones, pequeño, desnudo, o cubierto con bejucos; en las noches aparece para asustar a los viajeros. También recibe el nombre de Jigüe o Chichiricú.

Hortensia: arbusto, de 1 metro de altura aproximadamente, con hojas de color verde brillante y flores con corola rosa o azulada, que va poco a poco perdiendo color hasta quedar casi Blanca.

Huyuyo: pato nativo de Cuba. Tiene un vistoso plumaje en el que se combinan los colores blanco y verde metálico con reflejos purpúreos.

Jutía carabalí: roedor endémico de Cuba. Su longitud no es mayor de 50 centímetros. 

Margarita: planta muy resistente; florece desde la primavera hasta el invierno. Necesita mucha agua y luz del sol, aunque también se adapta a vivir en áreas de sombra. 

•Nenúfar: planta acuática. Sus hojas flotan en el agua, junto a sus flores blancas y solitarias.

Palma real: especie de palmera; su altura, elegancia y fácil cultivo la han convertido en una de las plantas ornamentales más comunes en el mundo. En Cuba se la reconoce como árbol nacional.

Pitirre: ave grande y llamativa; vive en los pantanos de Florida y el Caribe; pertenece al género Tyrannus (tirano), por lo agresivo y pendenciero que son los pájaros de dicho grupo. 

Romerillo: planta pequeña con florecillas blancas muy visitadas por las abejas.

Sinsonte: pájaro americano de color pardo grisáceo, con el pico negro, y el pecho, el vientre, el reverso de las alas y los bordes de la cola blancos. Es notable por su canto melódico rico en tonalidades. También se le conoce como ruiseñor. 

Venado: también llamado ciervo, vive en los bosques. Los machos presentan cornamentas ramificadas desde la base y se renuevan cada año, en el invierno.

Violeta: pequeña planta herbácea que alcanza los 10- 15 cm de altura. Sus flores son olorosas, con un aroma dulce, solitarias, de color violeta oscuro, irregulares y con cinco pétalos. 

Paletas y pinceles

LETRAS CANARIAS

Caricaturas, papel y tinta - NÉSTOR DÁMASO DEL PINO

Desde mi balcón - JOSE LUIS REGOJO

Gotitas de agua - JOSÉ ACOSTA

Viajando por los versos - ROSA GALDONA

Bailes tradicionales canarios - LUISA CHICO

Artdeser - ESTEBAN RODRÍGUEZ

El pejeverde - Raquel Reyes

La magia del teatro - INA MOLINA

FRASES Y REFLEXIONES PARA AYER, HOY Y MAÑANA - ALBERTINE DE ORLEANS

Epistolar - INMA FLORES

Nopasaeltiempo - CARMELO G. GLEZ. ZERPA

Retratos de nuestros paisanos - JOSÉ LANTIGUA

Tradiciones - ISABEL GONZÁLEZ

El nido de la graja - EVA CASTILLO

Sección infantil: Arcoiris de cuentos - TANIA RAMOS

Mi cuaderno de danzas - ISA HERNÁNDEZ

Hablando de amigos… - LUIS ALBERTO SERRANO

La memoria intacta - MARÍA DE LA LUZ

Contando canciones - MATALE AROZENA

El legado de los abuelos - TOÑI ALONSO

Las retahilas de Candi - CÁNDIDA MEDINA

Amar el amor - LANGE AGUIAR

Memorias con historia - GLORIA LÓPEZ

Miscelánea tradicional - MOISÉS RODRÍGUEZ

Palabras del alma - BALBINA RIVERO

Amanece, que no es poco - ANGIE HERNÁNDEZ

Fuente de poetas

Fogata de relatos

Novedades literarias