La descripción de esta actitud ante la vida, en el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, dice así: “Conexión, reunión o unión de unas cosas con otras: actitud lógica y consecuente con los principios que se profesan”.
Pensar y actuar consecuente y honestamente según el discurso que cada cual expone con mucho énfasis y credibilidad es bastante inusual. Por lo general se dice lo que se debería de hacer, pero desafortunadamente la mayoría de las veces no se lleva a cabo. Lo ideal sería que en el escenario diario en el que nos movemos, los valores que presumimos vayan de la mano con lo que realmente y a la vista de nuestros conciudadanos practicamos. Por lo general solemos esconder por el que dirán o porque simplemente no lo sentimos así, nuestro verdadero yo.
Por ejemplo:
-¿Cuántas veces habremos criticado acciones de otros que nosotros en algún momento hemos copiado?
-Es bastante común que a la hora de conducir tu propio coche, valores muy mal lo que hace el peatón, pero se invierte la situación y se olvidó todo.
-Siempre se te ha conocido como una persona paciente, o al menos es lo que has predicado, pero no lo demuestras cuando se necesita y la impaciencia hace acto de presencia.
Y así, podríamos llenar de ejemplos nuestra vida. Quizás nos haría falta consultar nuestra propia honestidad. Probablemente nos sorprenderíamos de las INCOHERENCIAS que cometemos.
Creo a pies juntillas que todos en algún momento hemos cometido este “pecado”. Siempre estamos a tiempo de trabajar la honestidad con nosotros mismos para que fluya de manera natural.
Si quieres miel no des puntapiés sobre la colmena. Proverbio americano
Cuando uno no vive como piensa, acaba pensando como vive. Gabriel Marcel
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