El diccionario de la Real Academia de la Lengua Española dice de la palabra eufemismo: “Manifestación suave o decorosa de ideas cuya recta y franca expresión sería dura o malsonante”.
Desde hace algunos años, en nuestra sociedad se ha impuesto la costumbre (la obligación, diría yo) de hablar de una manera políticamente correcta y no me parece que sea lo más “correcto”. En mi opinión, no deja de ser una hipocresía más de las muchas que existen. Es hacer uso del eufemismo para disfrazar la verdadera intención de lo que se dice, y que se preste a equívoco.
¿Acaso no basta hablar con respeto y delicadeza hacia nuestro interlocutor, lector u oyente? Considero que es una forma falsa de expresarnos por temor al qué dirán, o sea, utilizar el eufemismo sin ceñirnos a lo que queremos decir, o bien que nuestra finalidad es el engaño.
Siendo muy pequeña, emulando a los mayores, dije en alguna ocasión “joder” y la reprimenda fue inmediata. Me quedaba algo fastidiada y peor me sentía cuando oía a alguna otra niña decir “jolín” y ningún mayor llamarle la atención por ello. ¿Acaso ese “jolín” no era una forma políticamente correcta de decir “joder”? Sé que ese fonema tiene varias acepciones, pero ¿por qué los adultos la interpretaban de inmediato como la forma más fuerte de su significado? Y, ¿”caracho”? o la expresión ¿”vete a la eme mayúscula”? o, ¿”jobá”?
Orwell protestó no solo por el uso descuidado del lenguaje, sino también por el uso indebido intencional del lenguaje con fines políticos. “El lenguaje político está diseñado para hacer que las mentiras suenen veraces y el asesinato respetable”, dijo. “Por lo tanto, el lenguaje político tiene que consistir en gran parte en eufemismo, suplicar preguntas y pura vaguedad”.
Comprobada esta realidad por mí desde hace mucho tiempo, me niego a aceptarlo. Nuestro idioma es muy rico y si queremos hablar sin engañar o evitando ofender, tenemos muchas palabras para utilizar con ese fin.
Los políticos en su propaganda, al igual que la mayoría de los publicistas, invaden los medios de comunicación y, deshonestos, utilizan un lenguaje inexacto, con relatos y narrativas que se prestan al equívoco.
De tanto oírlos, si no somos conscientes, terminaremos por aceptar dicho lenguaje e interiorizarlo, aunque exprese lo contrario a nuestras ideas. No dejes de evitar que eso ocurra contigo.
Podemos utilizar el eufemismo con inteligencia y honestidad como hacemos con tantas y tantas reglas de nuestra gramática.