Recién retomamos cierta consciencia de las cosas tras estos meses de reinado del solsticio de verano, y celebramos a medida que se van volando los meses de este año 23, de este segundo milenio, un sinfín de fiestas tradicionales que nos acercan a lo ancestral de este bendito pueblo.
Se da la paradoja que entremezclamos lo humano y lo pagano en muchas festividades: La Candelaria, San Bartolo en Tejina, con sus Corazones engalanados, El Socorro, El Cristo de La Laguna, La Virgen de la Merced en Agulo, pasando por la cercana Festividad de La Virgen del Rosario y una talla que aúna en ella, al sabio repicar del tambor de la Gomera, que ejerce de corazón. Y las chácaras que alegran cantando, en “pie de romance”, con el que se loa a La Virgen de Guadalupe, cada quinquenio.
Quienes hemos parrandeado y saltado las hogueras, quemando los papeles, dónde escribíamos lo malo que queríamos dejar atrás y, sobre todo, hemos pedido en rezos de plegarias, folias y malagueñas ante cualquier santo y Corazón (tejinero en este caso) que nos cambie la suerte y fortuna, entendemos las “plegarias y loas” pa´ que se nos llene el alma de cosas buenas y nuevas, y damos la verdadera importancia, a preservar estas tradiciones tan especiales, emotivas y mágicas.
En cada rincón de las islas, tenemos la suerte de celebrar este comienzo del solsticio de verano, coincida o no la fecha, de muchas maneras. Siempre con una fogata y algo de carne o unas piñas asadas y sardinas, que aderezadas con gofio, amistad y vino, llenan la noche de San Juan de un olor especial que se entremezcla con el humo y que nos trasporta a un pasado, en el que aparecen los ritos. Se dan la mano lo pagano y lo humano de una fiesta y tradición que adquiere múltiples caras y formas de celebración. De ahí su riqueza, y por ende nuestra riqueza, la de este pueblo, que de manera tricontinental, siempre ha estado a caballo entre Europa, África y América. Un tiempo lleno de sentimientos y festejos que nos llevan en volandas, de fiesta en fiesta y de romería en romería. Desde San Isidro Labrador, en La Orotava, hasta una Taganana que agasaja a su Virgen de las Nieves de manera tan particular. Desde la fiesta de la Rama en gran Canaria, hasta un sinfín de tradiciones (remojo de los chochos en San Juan de la Rambla) y santos, en los que tienen cabida los ritos populares y las maneras de representar la vida de nuestros abuelos y antepasados (Tradiciones de Arona, Chirche, Paso de la Cumbre, etc.) Se dan la mano con los festejos religiosos más ricos e interesantes.
Quién no ha vivido una Librea en Valle de Guerra o en Tegueste y se ha transportado a un par de cientos de años atrás, a esa batalla del golfo de Lepanto. Quién no ha sentido la tentación de volar, bailando, tras los sones de tambores gomeros y herreños, y ha vibrado con esas lapas de la isa graciosera. Una muestra clara de que seguimos sintiendo y “bregando”, en nuestra rica cultura y tradiciones Canarias. Apostemos por ellas, nos va la vida y el futuro en ello.
Y un homenaje y recuerdo especial para “la Molina Vieja”, un proyecto de eco museo, que el paisano y amigo Alcibiades ha llevado adelante en su casa de las Rosas, en La Gomera.