Con los años nos hemos acostumbrado a wasapear, a una llamada rápida a través del teléfono, a enviar mensajes a través de las redes sociales, pero en verdad echo de menos las cartas, en especial las cartas a mis amigas, a algún familiar que estaba lejano, y esperar a que llegase el día de la respuesta, o de enviar una nueva carta, así que en este nuevo espacio espero abrirte la curiosidad, el deseo de aventurar qué ocurrirá en la siguiente carta, o incluso plantearte si a ti te ha llegado a ocurrir algo así, y si te hubiese sucedido, ¿Cómo lo contarías?
Las Palmas de Gran Canaria a X de octubre de 2023
Querida Ana:
Hace ya tiempo que no coincidimos: lejanía con franjas horarias diferentes, no tener un trabajo enmarcado en diversas horas del día, la dejadez, e incluso el cansancio, pero llegado este otoño sé que me comunicaré con más frecuencia contigo.
Espero que estés bien, y risueña como siempre. Aquí hemos tenido un insoportable calor, lo que ha hecho que estemos más tiempo en la calle. Esta mañana vi a tu gran amor, paseando por las Canteras; iba a paso ligero, con ropa cómoda, y se le notaba cansado. Por él han pasado los años muy rápido, ya tiene setenta y tantos, y a pesar de que su sonrisa denota que se siente joven, ya tiene los dientes más amarillos, la barba bien recortada para no llamar la atención, pero los surcos de su rostro llevan a ella, como algunos ríos llevan al prado, y mira a las jovencitas muy fijamente, provocando que se crucen las miradas. No ha cambiado, sigue pensando que “liga”, se siente “especial”, y es cierto que tiene mucha labia, tú lo sabes, pero me dio la sensación de que muchas de las jóvenes con las que cruzaba la vista le miraban con cierta pena, a su edad, y queriendo competir con los jóvenes.
No sé si te molesta que te lo nombre, espero que no. Me gustaría que te sirviera de motivo para alegrarte por haber dejado atrás a alguien tan insípido y egoísta. Como ves, no ha cambiado, y menos mal que lo supiste ver a tiempo.
Espero que ahí ya se haya acabado el verano, que no tengas tanto calor como nosotros aquí, en la isla.
Recibe un fortísimo abrazo,
Irene Bulio